Esculpiendo mis uñas con Chanel Frisson
Como podrán imaginar, tengo muchos esmaltes de uñas.
Dentro de ese tsunami esmaltístico, hay algunos más baratos y otros más costosos, pero mi corazón no discrimina y los quiero a todos por igual (¿que madre quiere más a un hijo que a otro porque sea rubio o moreno, bajito o alto?). Lo que enamora de un esmalte es el color, la textura, las posibles combinaciones, la imagen mental sobre mis uñas y definitivamente no la marca es lo último que miro. De todos modos, hay esmaltes “de marca” que son muy lindos y si está dentro de mis posibilidades y puedo, a veces, me doy un gustito y los compro. Entonces tengo varios de estos, a los que cariñosamente llamo “los finolis”. (Eso no implica que no haya alguno desastrosos y serán oportunamente masacrados, si lo merecen, sin piedad alguna).
(más…)